En 1938, un equipo de arqueólogos liderado por un profesor chino descubrió esqueletos de pequeño tamaño y discos de piedra grabados con un idioma desconocido en las remotas montañas de Bayankara-Ula. Estos artefactos despertaron una gran cantidad de especulaciones, y cuando finalmente se lograron comprender, las autoridades hicieron todo lo posible para silenciar el asunto… porque la verdad era demasiado perturbadora para hacerse pública.
Un descubrimiento extraño en las montañas de Bayankara-Ula
En 1938, el arqueólogo chino Chi Pu Tei dirigía una expedición en la cordillera de Bayankara-Ula, una región remota situada entre China y el Tíbet. En las laderas de estas montañas, el equipo encontró una serie de cuevas con aspecto de cámaras funerarias antiguas. Lo que hallaron en su interior fue desconcertante: esqueletos humanos muy pequeños, de aproximadamente 1,20 metros de altura, con cráneos desproporcionadamente grandes y frágiles, completamente distintos a cualquier población humana conocida.
Junto a los esqueletos, encontraron también discos de piedra —luego conocidos como los discos Dropa— del tamaño de un disco de vinilo, con un agujero en el centro y grabados con diminutos caracteres en espiral en un idioma que nadie podía identificar.
Artefactos indescifrables… hasta que fueron traducidos
Durante décadas, los discos permanecieron como un misterio. No fue hasta los años 60 cuando un científico llamado Tsum Um Nui afirmó haber descifrado las inscripciones. Según su traducción, los discos relataban la historia de un pueblo del espacio exterior, cuya nave se habría estrellado en la región hace miles de años. Estos seres, conocidos como los Dropa, quedaron atrapados en la Tierra y, sin forma de regresar a su planeta, intentaron convivir con las tribus locales.
El mensaje era inquietante y revolucionario. De ser cierto, implicaría un contacto extraterrestre en tiempos prehistóricos y pondría en jaque toda la cronología aceptada de la historia humana.
Silencio oficial y desaparición de pruebas
Poco después de que Tsum Um Nui publicara sus hallazgos en un artículo científico en Pekín, las autoridades chinas reaccionaron de forma sospechosa: el artículo fue censurado, el científico desacreditado y los discos fueron retirados de exhibición pública. Algunos informes indican que los discos estuvieron en un museo de Xi’an antes de desaparecer misteriosamente.
El caso Dropa se convirtió entonces en un tema tabú. En plena transformación política, el gobierno chino bloqueó cualquier intento de investigación independiente, temiendo quizá las consecuencias ideológicas y sociales de una historia tan explosiva.
¿Mito o verdad suprimida?
Hoy en día, el llamado “Roswell chino” sigue siendo un misterio controvertido. Los escépticos lo consideran una farsa bien elaborada, citando la falta de pruebas físicas, la desaparición de los discos y la dudosa existencia de Tsum Um Nui, de quien no hay registros académicos verificables. Pero otros recuerdan que la historia está llena de descubrimientos que fueron ocultados porque desafiaban el conocimiento establecido.
Investigadores independientes continúan buscando pistas. Algunos aseguran haber visto fotografías de los discos, otros hablan de documentos clasificados, y hay leyendas tibetanas que mencionan la llegada de “seres venidos de las estrellas” a las montañas.
Conclusión: ¿Una verdad demasiado perturbadora para salir a la luz?
El caso de Bayankara-Ula plantea una pregunta esencial: ¿hasta dónde pueden llegar los gobiernos para proteger una versión oficial de la historia? Sea que la historia de los Dropa sea real, exagerada o pura invención, nos confronta con un deseo humano profundo: entender lo desconocido y aceptar la posibilidad de que quizás nunca estuvimos solos.
En un mundo donde el conocimiento puede chocar con el poder y la ideología, el misterio de los Dropa nos recuerda algo inquietante: la verdad no siempre está donde nos dicen que la busquemos.
Yongxinge, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=575181
0 comentarios: