Es una historia que desafía a la ciencia, pone a prueba la fe y deja a los testigos divididos entre la admiración y el asombro. El 2 de marzo de 1993, Stanley Villavicencio, un padre de familia filipino aparentemente sano, fue trasladado de urgencia al hospital Chong Hua de la ciudad de Cebú. Tras colapsar repentinamente, su estado se deterioró con rapidez. A pesar de los esfuerzos médicos, Stanley cayó en coma… y poco después fue declarado clínicamente muerto.
Una muerte confirmada por la medicina
Los doctores del prestigioso hospital no dejaron lugar a dudas. El monitor cardíaco marcaba una línea plana. No había signos vitales. Su piel se volvió grisácea. Las pupilas, dilatadas y fijas. El corazón había dejado de latir. Stanley fue declarado oficialmente muerto. Su familia, destrozada, comenzó a organizar el velorio. Las oraciones empezaron a resonar entre los pasillos del hospital.
Pero entonces, ocurrió algo extraordinario.
Un despertar imposible
Tres días después, la mañana del 5 de marzo de 1993, una extraña rumorología comenzó a circular entre el personal médico. Algunos aseguraban haber visto movimiento en la habitación del fallecido. Otros hablaban de una figura sentada en la cama. Muchos pensaron en una alucinación colectiva… hasta que Stanley Villavicencio, con su bata hospitalaria, salió caminando tranquilamente por el pasillo, completamente consciente y en perfecto estado.
“Lo recuerdo todo,” declaró más tarde. “Estaba en un lugar lleno de luz y paz. Escuché una voz que me dijo que regresara, que aún no era mi hora.”
Un enigma para la ciencia
Los médicos no podían creer lo que veían. Exámenes posteriores revelaron que Stanley estaba en perfecto estado de salud. Ningún órgano dañado. Ninguna señal de daño cerebral. Desde el punto de vista médico, una resurrección tras 72 horas de muerte clínica es imposible. Pero Stanley estaba allí, vivo.
El doctor Ramón Gálvez, jefe de cardiología del hospital en ese momento, reconoció su desconcierto: “Científicamente, esto no tiene explicación. Médicamente, este hombre estaba muerto. Y sin embargo, está aquí, vivo y lúcido. No sabemos qué ocurrió.”
Fe, milagro y polémica
La noticia rápidamente adquirió un carácter espiritual. Muchos comenzaron a hablar de milagro. La comunidad católica local vio en el caso una señal divina. Cientos de fieles y peregrinos acudieron a Cebú para ver al “hombre que volvió del más allá”.
Los escépticos plantearon hipótesis sobre errores médicos o fenómenos aún no comprendidos. Pero ninguna teoría logró explicar cómo alguien pudo resucitar tras tres días sin funciones vitales.
Un hombre transformado
Desde aquel día, Stanley Villavicencio dedicó su vida a compartir su historia. Ofreció conferencias en todo el mundo, especialmente en iglesias, y publicó escritos sobre su experiencia con el “más allá”. Según su familia, el acontecimiento lo transformó profundamente: se volvió más sereno, desprendido de lo material, y con una fe inquebrantable.
Conclusión: entre el misterio y lo divino
La historia de Stanley Villavicencio sigue siendo uno de los casos más desconcertantes y extraordinarios del siglo XX. Ni la ciencia ni la religión han podido ofrecer una explicación definitiva. Pero una cosa es cierta: aquella mañana de marzo de 1993, un hombre que todos creían muerto se levantó y caminó. Y con él, resurgió una pregunta eterna: ¿dónde termina la ciencia y dónde comienza el milagro?
Thewideawake1, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=128831496
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