Al adentrarnos en los archivos de lo inexplicable, un suceso ocurrido en 1639 frente a las costas de Cape Ann, en Massachusetts, sigue alimentando el imaginario colectivo. En aquella época, decenas—e incluso cientos—de testigos afirmaron haber visto una criatura serpentina de tamaño colosal deslizándose por las aguas del Atlántico. Descrita como una gigantesca serpiente marina, la bestia no solo fue vista en alta mar, sino que también habría salido a tierra firme, enroscándose como un reptil mitológico emergido de las profundidades.
Los relatos, numerosos y sorprendentemente coherentes, hablaban de un animal de unos 30 metros de largo, con un cuerpo oscuro y brillante, y una cabeza que se elevaba más de dos metros y medio sobre las olas. Lo que empezó como un simple avistamiento marino pronto se convirtió en un fenómeno local: la criatura supuestamente se acercó a la orilla, arrastrándose por las playas de Cape Ann ante los ojos atónitos de los habitantes.
Los periódicos de la época, siempre ávidos de lo sensacional, se hicieron eco rápidamente del suceso. Titulares como “¡Monstruosa serpiente marina, la más grande jamás vista en América!” o “La Bestia de Cape Ann aterroriza la costa” circularon con fuerza. El evento causó revuelo en las colonias, en una época donde la línea entre lo real y lo sobrenatural era difusa.
Pero, ¿qué fue realmente? ¿Un caso de histeria colectiva, tal vez alimentada por las supersticiones puritanas y la necesidad de lo fantástico? ¿Una broma elaborada? ¿O una simple confusión, como suele ocurrir en el mar, donde las sombras, las olas y los animales pueden engañar fácilmente a los sentidos?
Algunos historiadores sugieren que se trató de un animal marino conocido, como un tiburón peregrino o una anguila gigante, malinterpretado por una población poco familiarizada con la fauna oceánica. Otros hablan de ilusión colectiva o de un deseo compartido de encontrar lo extraordinario en un mundo aún por descubrir. Y unos pocos mantienen abierta la posibilidad de que se haya tratado de una criatura aún desconocida, sumándose a una larga tradición de avistamientos similares en Escandinavia o frente a las costas escocesas.
Casi cuatro siglos después, el misterio sigue sin resolverse. ¿Existió realmente la serpiente marina de Cape Ann? ¿O fue solo un espejismo de miedo y fantasía amplificado por el silencio del océano? Una cosa es segura: el Atlántico todavía guarda muchos de sus secretos.
TimothyDexter, CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=35491744