Normalmente, correr es una actividad física común, asociada con la salud y el bienestar. Pero en Burundi, bajo la presidencia de Pierre Nkurunziza, este ejercicio aparentemente inofensivo tomó un giro político inesperado. En marzo de 2014, el jefe de Estado prohibió oficialmente el jogging en grupo, temiendo que pudiera usarse como una tapadera para actividades subversivas.
Esta sorprendente decisión se tomó en un contexto de crecientes tensiones entre el gobierno y la oposición. Con las elecciones de 2015 acercándose, las autoridades burundesas temían que las reuniones bajo la apariencia de ejercicio físico se convirtieran en focos de protesta. Las fuerzas de seguridad incluso arrestaron a varios corredores, acusándolos de conspirar contra el régimen.
La prohibición desató indignación tanto dentro del país como a nivel internacional. Organizaciones defensoras de los derechos humanos condenaron la medida, considerándola una violación de las libertades fundamentales. Amnistía Internacional recordó que correr en grupo no debería ser considerado una amenaza para la seguridad del Estado.
Irónicamente, la prohibición del jogging no se aplicaba a todos. El propio Pierre Nkurunziza era un apasionado del deporte y con frecuencia dirigía sesiones de entrenamiento en grupo con sus seguidores.
StarryAI, CC0, https://starryai.com/
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