En 1905, una conserje que vivía en Burdeos, en el suroeste de Francia, notó que la estatua de la Virgen María que había comprado parecía ser milagrosa. La estatua lloraba regularmente e inexplicablemente lágrimas.
A principios del siglo XX, María X trajo una estatua de la Virgen María del santuario de Lourdes. Colocó la devota estatua en su vivienda en el Cours du XXX-Juillet. Pronto, notó que la estatua estaba cubierta intermitentemente con gotas de agua.
Intrigada por este fenómeno, observó la estatua con atención y llegó a la conclusión de que las gotas provenían definitivamente de los ojos de la estatua. Invitó a varias de sus amigas para que presenciaran el prodigio. Todas quedaron asombradas por lo que vieron.
En 1910, a petición de las autoridades eclesiásticas, María X trasladó la estatua a una casa religiosa para que el milagro pudiera ser confirmado oficialmente.
Misteriosamente, la estatua dejó de llorar por completo.
En 1911, la mujer recibió una estatua de la "Santísima Bambina". La colocó en su casa, y esta nueva estatua también comenzó a llorar. La noticia se extendió rápidamente, y multitudes de curiosos empezaron a reunirse.
¿Podría este milagro haber sido causado por la humedad particular de su hogar? Es posible.
Sin embargo, dos años después, en 1913, se mudó al boulevard del Bouscat y llevó su estatua consigo. Allí, la estatua dejó de llorar, pero ocurrió otro fenómeno inexplicable: comenzaron a emanar fragancias deliciosas de la estatua. Una vez más, no se pudo encontrar ninguna explicación...
CharlVera, Pixabay, https://pixabay.com/illustrations/ai-generated-virgin-mary-8579796/
- La Petite Gironde, La statue qui pleure, 10 de enero de 1920
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